Las técnicas de meditación que enseñan a los
practicantes a lograr el llamado “estado de silencio mental” permiten
desarrollar un mayor volumen en la materia gris de la región del lóbulo frontal
medial, la cual está asociada al control cognitivo, emocional y el proceso de
atención “arriba – abajo”; igualmente se pudo corroborar que el estado de
silencia mental durante la meditación aumenta la actividad en regiones como la
ínsula del cerebro y el putamen anterior bilateral, áreas neuronales que son
fundamentales en procesos mentales como la interocepción, las emociones y la
regulación de la atención.
Dichos beneficios del estado de silencio mental
han sido recientemente confirmados mediante investigaciones en neurociencia (https://ac.els-cdn.com/S0306452217309077/1-s2.0-S0306452217309077-main.pdf?_tid=ee73bc41-cdde-4fe5-b1d7-538eef067589&acdnat=1523037395_7c7f7d3577604f1f001133c292c990b7) que han estudiado las regiones del cerebro asociadas con el volumen y la conectividad
funcional, para ello se han utilizado técnicas de resonancia magnética que han
permitido identificar los correlatos neurales asociados a la profundidad del
silencio mental que alcanzan las personas durante la meditación, permitiendo probar
que hay una correlación en el aumento del volumen de la materia gris y la
profundidad del silencia mental.
Existen regiones en el cerebro que se ya han
identificado como funcionalmente asociadas al estado de meditación, pero en
este caso se logró observar que hay aumento en el volumen de la materia gris en
la corteza prefrontal medial y la corteza cingulada anterior rostral, las redes
medial frontoinsular-estriatal que se correlacionan con la profundidad del
silencio mental alcanzado.
Este hallazgo es relevante al relacionarlo con la
conectividad
funcional (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4418791/) que se define como la dependencia temporal de la actividad neuronal entre regiones
cerebrales anatómicamente separadas (6). Esa dependencia temporal se relaciona con
la conectividad estructural, o sea, con las conexiones fasciculares directas
que pueden estudiarse mediante métodos de RM basados en difusión (RM
tractografía) (7). Sin embargo, la conectividad funcional
también puede existir entre regiones que no estén directamente enlazadas por
haces axonales. La comunicación funcional entre regiones es de suma importancia
para llevar a cabo procesos cognitivos integrando información a través de
diferentes regiones cerebrales (integración funcional) (8). Estudiando la actividad intrínseca
espontánea por el método de RMf-reposo, es posible delimitar redes o circuitos
de conectividad funcional completos que, a su vez, resultan útiles para conocer
más a fondo la organización del cerebro y así delinear los posibles correlatos
neuronales relacionados con diferentes patologías”.
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